EVELYN WAUGH
La prueba de fuego de Gilbert Pinfold
(una de las pocas novelas de Evelyn
Waugh que quedaban por traducir al
castellano) parte de una experiencia
personal que los diferentes apéndices
incluidos en esta edición documentan
con creces (y que vale la pena leer
con detenimiento), lo cual sitúa
la novela en el resbaladizo y muy
actual terreno llamado «autofi
cción» o, mejor dicho,
«literatura autobiografi cticia».
Waugh vivía a 140 kilómetros
de Londres, en el campo, donde se
negaba a conducir, algo tal vez procedente,
pues< también empinaba el codo
más de lo estrictamente recomendable.
Sufría de artritis, reumatismo,
insomnio y depresión. Apenas
veía a sus antiguos amigos
y, también como Pinfold, detestaba
«los plásticos, a Picasso,
los baños de sol y el jazz,
es decir, todo cuanto había
sido un acontecimiento a lo largo
de su vida». Con motivo de su
muerte en 1966, la revista Time le
dedicó una necrológica
que cubría esta etapa de su
vida con una expresión que
demasiado bien lo resume todo: "Poco
a poco, Waugh se retiró del
siglo XX".